Cuando la noche triste me podía
Y los sueños eran inesperados.
Cuando cegaba la luz mis párpados,
E inmensa oscuridad era mi día.
Se acercó a mi mano tu boca fría,
Y acaricié tus cabellos dorados.
Pero los sueños son solo soñados
La única noche triste era la mía.
Ha llegado en silencio y por sorpresa
Y postróse en mi intemporal memoria,
Como cual ave que atrapa a su presa.
Ahora mi penar será eterno
Por el recuerdo de esa triste historia
Que solo se narró sobre mi pecho.
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Para que el recuerdo no duela, cerrar círculos y buscar nuevas corrientes es la mejor medicina. Sueños de deseos, generados en unidireccionalidad de sentimientos, no hacen sino agrandar las heridas.
ResponderEliminarUn beso.