lunes, 5 de octubre de 2009

Soneto de aquello que llegó por sorpresa

Cuando la noche triste me podía
Y los sueños eran inesperados.
Cuando cegaba la luz mis párpados,
E inmensa oscuridad era mi día.

Se acercó a mi mano tu boca fría,
Y acaricié tus cabellos dorados.
Pero los sueños son solo soñados
La única noche triste era la mía.

Ha llegado en silencio y por sorpresa
Y postróse en mi intemporal memoria,
Como cual ave que atrapa a su presa.

Ahora mi penar será eterno
Por el recuerdo de esa triste historia
Que solo se narró sobre mi pecho.

1 comentario:

  1. Para que el recuerdo no duela, cerrar círculos y buscar nuevas corrientes es la mejor medicina. Sueños de deseos, generados en unidireccionalidad de sentimientos, no hacen sino agrandar las heridas.

    Un beso.

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