jueves, 26 de noviembre de 2009
Aun nos queda mucho por no llorar
Me acuerdo del día en que llovieron hojas secas sobre mi alma…hojas muertas que se clavaron en mi sin-razón y que se agolparon sobre los recuerdos.Fue uno de aquellos días que comienzan con el sol pegado a las mejillas…y que terminan con una robada sonrisa.La voz más dulce del mundo ocupó mis oídos, y resonó en mis tímpanos un eco de rabia y tristeza.Cualquier reacción era inoportuna.Cualquier sonrisa, en ese momento, fingida.Así que me dejé arrastrar por el dolor y me asomé al balcón de la venganza no cumplida. Y en las nubes grises y obtusas vi el corazón de la eternidad…y solo esa imagen me trajo algo de paz.Me encendí un cigarrillo de desilusión y observé mis recuerdos más tristes a través del humo que desprendía. Reminiscencias de una época en la que nada importaba excepto la tristeza…Pero como ese humo, todo se esfuma y evapora en el olvido, que ahora es el aire frío que llena mis pulmones…Y por mucho que sepa acordarme de ese día en el que llovieron hojas secas, también se como olvidarlo al vomitar estas palabras…Las cicatrices se curan aunque no desaparezcan…y tras un pasado fatuo, un presente extraño, y un futuro de caminos sin asfaltar, me quedo solo con el Ahora, con ese que forja mi sonrisa en este instante…con ese que da poder y que es intemporal. Con el ahora de mi yo que va y que viene…con esas lágrimas que nunca quedan por llorar.
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